lunes, 15 de marzo de 2010
Carro viejo o diputado nuevo // Juan Miguel Matheus
La experiencia de los países que han sufrido y derrotado regímenes totalitarios demuestra que los puntos de quiebre comenzaron cuando quienes luchaban por la libertad se zafaron de los discursos mentirosos de esos regímenes, cuando los líderes se empeñaron en desmontar la realidad paralela impuesta por los discursos oficiales. En ese sentido, nada corroe tanto las bases (in)morales del régimen de Hugo Chávez como la denuncia perseverante de las mentiras sobre las cuales se edifica su existencia. Sólo entonces puede saltar a la vista que, como diría Vaclav Havel a la comunidad cubana de Florida en el año 2002, “el rey está desnudo y el misterioso resplandor de la palabra libre y del comportamiento libre son mucho más fuertes que el más poderoso ejército, que la policía, que las estructuras de las organizaciones del partido o del máximo poder de la economía gestionada centralmente y centralmente destruida, y de los medios de comunicación centralmente avasallados, los principales cultivadores del lenguaje mentiroso de la utopía oficial”.
Así, la AN podría ser escenario propicio para destruir esa realidad paralela que aliena nuestra identidad de pueblo y extravía nuestra marcha histórica. El objetivo real sería demoler la simbología en torno a la cual se articula y cobra vida la revolución bolivariana. Una de las funciones primordiales de los Parlamentos es servir de caja de resonancia a través de la cual los parlamentarios y los partidos orientan y conforman todos los niveles de la opinión pública. La Mesa de la UNIDAD –y con ella todo aspirante a diputado– tiene el deber de asumir que el ejercicio de la representación de la sociedad venezolana demanda conformar la opinión pública en torno a la verdad sobre la naturaleza totalitaria del régimen. No hay programa más necesario ni más eficaz desde el punto de vista político y moral. No hay arma más poderosa. Eso es, además, lo que ansían sedientamente los venezolanos. Esperemos el bullicio.
jmmfuma@gmail.com
Twitter: @JuanMMatheus
Lula castrista // Juan Miguel Matheus
Tales declaraciones, seguramente aplaudidas por Chávez, reflejan desprecio por quienes luchan contra la humillación de vivir en la injusticia cubana. La huelga de hambre de Guillermo Fariñas, o la que causó la muerte de Orlando Zapata, no es un chantaje para doblegar la determinación de justicia de un Gobierno legítimo. Lula tendría que reservarse esa visión para narcotraficantes, guerrilleros y terroristas. No es justo aplicarla a disidentes cubanos. Un preso político cubano dista mucho de ser un delincuente común. No es alguien que conspira contra la paz social. Es una persona privada de libertad por actuar de acuerdo a su conciencia, lo cual representa el peor crimen en un totalitarismo.
Todo lo anterior permite reflexionar sobre el estado de la conciencia frente al poder ilegítimo. Una persona que escucha el llamado de la conciencia y se aferra a él ya transita la senda de la libertad. Hace patente con cada acción y con su vida un principio que incomoda a los autócratas: la primacía de la verdad sobre el poder. Sólo cuando prima la verdad moral se puede exigir obediencia desde el poder. De lo contrario no se obliga en conciencia. Pero acaso lo más importante en una persona que se aferra a la conciencia es que se abre a la trascendencia. Preserva intangible "el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios" (Gaudium et spes, N° 16). Aquí está el meollo del asunto. Es Dios, y sólo Dios, el fin de la existencia humana. No hay gobernante ni ideología que puedan erigirse en la vocación última de la persona. Por eso, como Sócrates, es “preciso obedecer al dios antes que a los hombres”, aunque ello suponga males terrenos.
La tarea de liberar a Venezuela comienza por rescatar las conciencias de los venezolanos. Especialmente la de los chavistas. Se trata de mostrar que Chávez no es la finalidad de nuestra existencia. Tampoco el socialismo del siglo XXI ni ninguna otra superstición ideológica. Ello es, en sí mismo, un programa político que debe informar todo aquello con cuanto la oposición enfrente a Chávez. Es lo único que coloca la lucha en clave moral. No hay razones estratégicas ni tácticas que puedan justificar la huida del intento de liberar conciencias, de hablarle a la gente de los temas de fondo. En las actuales circunstancias una elección es una ocasión de liberar conciencias. Ése es, y no otro, el mayor valor del 26-S.
jmmfuma@gmail.com
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sábado, 13 de marzo de 2010
Revocatorio post-26S
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Debemos salir de Esteban lo antes posible. Cada día suyo en el poder le hace un daño incalculable a Venezuela. Está acabando con la libertad, la paz, la justicia y el progreso. Destruye al país -instituciones y personas- y eso es suficiente razón para exigir su salida inmediata, antes del 2012. No se justifica someter el país más tiempo a esto si hay salidas democráticas antes del 2012. Es democrático, justo y necesario salir pacíficamente de un Gobierno no democrático.
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Ganarle el RR sería el mandarriazo necesario para derrumbarle las bases de su totalitarismo. Sin el apoyo popular, comprobado en el RR, queda sin argumentos políticos. No podrá sostener que él es la voluntad del pueblo y que, por tanto, puede someter a todo el país como quiera. Sin el argumento de su popularidad, de sus votos, le será casi imposible continuar en el Gobierno. ¿Cómo dirá que él representa al pueblo si es repudiado en las urnas?
Esteban debe salir repudiado. Por eso es necesario derrotarlo en la AN y en el RR. Con el repudio del pueblo no podrá ser estigmatizado como mártir y el país no será condenado a vivir bajo la sombra de su “autoridad moral”.
Exigirle la renuncia no es saludo a la bandera. Una vez repudiado el 26S y en el RR solo hace falta una leve brisa para que pase esta triste página de la historia venezolana.
Finalmente, al acabar con la fuente de las opresiones, discordias, injusticias, derroches y demás males que Esteban representa, podremos decir: Colorín colorado, este pueblo se ha liberado.
Incertidumbre en la economía
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lunes, 8 de marzo de 2010
Devastar propiedad, devastar libertad // Juan Miguel Matheus
La propiedad es un elemento esencial para el normal desenvolvimiento de la vida social. Es un fenómeno radicalmente humano. Procede del esfuerzo personal por hacer rendir las propias capacidades. En este sentido, la propiedad es fruto del trabajo. Allí estriba su dignidad. Con ella se alcanza la satisfacción de las necesidades materiales más elementales, lo cual crea un espacio de autonomía indispensable para el desarrollo integral de las personas concretas y de las familias. Por eso la Doctrina Social de la Iglesia, la teoría política y la teoría económica son contestes en concebir la propiedad como una ampliación de la libertad.
Cuando Chávez arremete contra la propiedad irrumpe en ese espacio de autonomía. Penetra dimensiones de la vida humana que, por su naturaleza, están reservadas a las personas y a las familias. Son ámbitos que sólo pueden florecer al margen de la arrogancia del poder. Esto trae consigo efectos muy perniciosos. A través del afán anti-propiedad Chávez se coloca en posición de frustrar la creatividad humana. Apaga la vitalidad de las familias y neutraliza la subjetividad de la sociedad. Aniquilando la libertad económica se aniquila la libertad política y, a la postre, la libertad misma. Devastando la propiedad se devasta la libertad. Eso fue lo que hicieron los totalitarismos del siglo XX, es lo que subyace a su pomposa autoproclamación marxista y es lo que prueba irrefutablemente que el socialismo del siglo XXI no es una empresa de liberación sino un proyecto de dominación: a Chávez le importa el poder, no los pobres.
A pesar de todo, la sociedad resiste. Venezuela sigue siendo el cuero seco que tanto inquietó a Guzmán Blanco. Es verdad que Chávez avanza con impunidad en sus intentos de devastar la propiedad. Pero también es verdad que lograremos detenerlo. Mientras más avanza más se hace patente la injusticia intrínseca de su régimen. Genera ánimos de lucha. Engendra deseos de justicia. Eso es una constante histórica. Como señaló Juan Pablo II en su Encíclica Centesimus Annus, la caída de los comunismos de la Europa oriental estuvo precedida por violaciones a los derechos de los trabajadores, de los que más sufren el peso de las carencias materiales, y por colapsos económicos cuya raíz fue, precisamente, el irrespeto de la propiedad privada. Amor, sin justicia, no es amor.
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domingo, 7 de marzo de 2010
El Rey está desnudo// Vaclav Havel
dirigido a los ciudadanos cubanos.
Les agradezco su presencia y su atención.
sábado, 6 de marzo de 2010
Focus 29
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Circuitos Accesibles (Diferencia menor a 6% en 2008) senalados con (*) y circuitos Posibles (Diferencia entre 6% y 10%) los otros senalados en este post.
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-Anzoategui
1*: Cantaura-Sur
2: Anaco
3: Piritu
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-Aragua
1*: Maracay
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-Barinas
1: Sta Barbara
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- Bolivar
1: Cd Bolivar
2: Pto Ordaz-San Felix
3: Upata-El Callao
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-Carabobo
2: San Joaquin-Guacara
5: Valencia (Sta Rosa)
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-Distrito Capital
2: 23 de Enero
4: Valle-Coche
5: Antimano-Caricuao
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-Falcon
2: Pto Fijo
3: Coro
4: Tucacas
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-Lara
1:Barquisimeto (Union, Cuji)
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- Merida
1: El Vigia-Tovar
4*: Ejido-Sur
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- Nva Esparta
*: Macanao
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-Tachira
1*: San Antonio-Rubio
3: La Grita
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-Yaracuy
3*: San Felipe
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-Zulia
1*: Machique
4: Maracaibo (PIV, VP, ABR)
8*: San Isidro
9*: San Francisco
10*: Sta Rita-Cabimas
12*: Colon
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Disculpen la ausencia de acentos, el teclado no esta en castellano.
TSJ o veneno positivista
Esteban constitucionalista
La talanquera
La semana pasada Esteban ordenó a los diputados de la AN crear un instrumental jurídico para castigar a los parlamentarios oficialistas que "salten la talanquera". En realidad los mandó a cavar sus propias tumbas. Los puso a confeccionar urnas. Y lo hizo, como es habitual, sin pudor ni disimulo. Ese es el trato que merecen los traidores del "sueño de Bolívar", fuente de la moral revolucionaria. La jugada le sale redonda, además, porque ese instrumental implica un endurecimiento de la disciplina parlamentaria, que también será útil para neutralizar a los diputados de oposición en la próxima Legislatura.
viernes, 26 de febrero de 2010
Descifrando el Rompecabezas 2: Elefantes Mirandinos
lunes, 8 de febrero de 2010
Socialismo vs libertad
Este es un mensaje para los trabajadores de las empresas “expropiables”, que básicamente son todas. Todos sabemos que donde se respete la propiedad privada habrá más inversión extranjera y nacional, lo cual crea empleos y progreso. Sin embargo, al Gobierno lo único que le interesa es tener control sobre nosotros, no la prosperidad. El socialismo no permite hombres libres y tiene un solo propietario.
Cuando leemos que “Venezuela ahora es de todos” nos preguntamos quién será ese señor “todos” que se quiere adueñar del país. Por ejemplo: los trabajadores de las empresas básicas expropiadas en Guayana, que creían que serían dueños de las empresas, ahora han perdido calidad de vida y libertad sindical desde que el señor “todos” es el dueño. Amigos que trabajan en instancias del Gobierno cuentan como cada vez que al señor “todos” le provoca tienen que ir a Caracas a marchar porque si no están botados, debiendo para ello dejar a la familia y perdiendo su tiempo de descanso. Estudiantes de una universidad gobiernera fueron botados porque protestaban por el cierre de un canal que al señor “todos” no le gustaba. Trabajadoras de la Gobernación de Sucre fueron despedidas por no querer inscribirse en el partido del señor “todos”. Cooperativas o empresas sociales son ayudadas sólo mientras le son fieles al jefe, al señor “todos”. Después de ver estos casos, ¿son libres quienes dependen de este Gobierno de hacer lo que crean mejor? Pues no. Al final siempre dependen de la voluntad del señor “todos”.
Este socialismo que nos quieren imponer nos convertirá en esclavos del señor “todos”, dado el continuo empeño de acabar con los empleadores privados para que dependamos exclusivamente del Gobierno. Entonces no podrás decir que piensas distinto sin ser botado. No podrás acusar a tu jefe ante un juez por no pagarte lo que corresponde, porque el que pone al juez y a tu jefe es el mismo, el señor “todos”. No podrás renunciar al jefe porque al final siempre tendrás el mismo, el Único, el que te impondrá siempre las mismas condiciones de “lealtad”.
No debemos jugar a la expropiación creyendo en promesas falsas, porque sabemos que nos espera la esclavitud socialista. Esto no implica ceder en las justas reivindicaciones laborales y reclamos a nuestros patronos. Nuestros jefes no son perfectos, pero al final siempre tienes la opción de otro trabajo con otro jefe. En el socialismo al que nos llevan no. Es mejor un mal jefe, con un Estado que te defienda con jueces, que ser esclavo del señor “todos”.
Paulelguezabalm@yahoo.com @PaulElguezabal (en twitter)
Manos blancas.
Juan Miguel Matheus
La fuente de la violencia de los últimos días no está en las manos blancas de los estudiantes. Está en las feroces injusticias procedentes del régimen de Hugo Chávez. Traerlo a colación es oportuno porque cada vez que el régimen muerde con su colmillo totalitario al Movimiento Estudiantil comienza una humareda de confusiones. Por un lado se disparan mentiras oficiales para mostrar a Chávez como un amante del orden constitucional, que no reprime sino a “provocadores, violentos, golpistas y apátridas”; y, por otro, se oyen las voces prudentes de algunos que desenfocan la lucha porque confunden no-violencia y pacifismo con la renuncia a los propios derechos.
Que la injusticia exista en la vida del hombre es un misterio. Así lo recordó recientemente Benedicto XVI. En su Mensaje para la Cuaresma 2010 se lee que “la injusticia, fruto del mal, no tiene raíces exclusivamente externas; tiene su origen en el corazón humano, donde se encuentra el germen de una misteriosa convivencia con el mal”. Lo que el Papa dice es corroborado por la historia. Los totalitarismos del siglo XX fueron desbordamientos de injusticias detrás de los cuales siempre hubo voluntades humanas concretas: Hitler, Stalin, Mao, etc. El totalitarismo evidencia que son los hombres quienes violentan la naturaleza humana y quienes crean situaciones de injusticia en las sociedades; lo cual coincide, en su esencia, con lo que ocurre en Venezuela.
La violencia se produce, entonces, cuando los estudiantes, con sus manos blancas, resisten tal desbordamiento de injusticias saliendo a las calles a protestar, a gritar la verdad y a ejercer sus derechos, es decir, cuando se rehúsan a vivir una vida de injusticias. En este punto el régimen pone la violencia. Trae consigo la represión como medio para eliminar esa resistencia, para obligar a vivir en la injusticia. Todo cuanto el régimen hace en este aspecto a través de los órganos de seguridad del Estado o a través del paraestado encabezado por Lina Ron tiene como objeto el despliegue absoluto, el desahogo total, de las injusticias en las cuales pretenden hacernos vivir quienes nos gobiernan.
En este sentido, la lucha de los estudiantes es invalorable en estos tiempos. Es rebeldía ante la injusticia, es una opción por la humanidad del hombre. Su reto es plantarse firmemente ante el régimen para que, a pesar de los riesgos de sufrimiento físico y/o moral que ello trae consigo, quede claro que los venezolanos somos humanos y, como tales, no merecemos vivir la miseria de una vida injusta. Los estudiantes no son violentos y están muy lejos de serlo. Por eso, a pesar de las mentiras oficiales y del susurro de las voces prudentes, deben seguir adelante con la pelea. La estudiantil debe ser, en definitiva, una lucha de humanización, que ansíe derrotar el mal con el bien. Así se han vencido los totalitarismos de la historia. Así volverá la libertad a Venezuela.
Twitter: @JuanMMatheus
martes, 26 de enero de 2010
¿Ineficiente o totalitario?
Entonces pregunto: ¿Por qué insistimos en enfocar la lucha solo hacia el lado de la ineficiencia del gobierno? Está muy claro que hay que transmitir mensajes que respondan las inquietudes de la Venezuela no política como el agua, la luz, la inseguridad, la inflación, etc. Pero debemos recordar que la libertad de expresión, los presos políticos, las expropiaciones, la criminalización de la protesta, en fin, la dominación de cada hombre a través de la mentira y el miedo son problemas tan importantes o más que los anteriores.
Paul Elguezabal
paulelguezabalm@yahoo.com @PaulElguezabal (twitter)
Constitución de transición
Lo que hace diez años se vendió como la panacea de todos nuestros males, como la piedra angular de la transformación del Estado y de la refundación de la República, hoy es desechado. La Constitución de 1999 peligra. Puede engrosar la lista de Constituciones postizas de nuestra historia republicana, esto es, la lista de aquellas Normas Fundamentales (26 en total) que precedieron a la Constitución de 1961 y que, como señaló el ex presidente Caldera, vieron la luz con el único propósito de simular la legitimidad jurídica de alguna autocracia militarista.
Ninguna de las postizas gozó de lo que hoy se considera un atributo esencial, sine qua non, en los textos constitucionales: la vocación de permanencia. Y la de 1999 tampoco posee esa vocación. Nunca la tuvo. En realidad, también es postiza. Aquello nació mal. Desde los puntos de vista moral, político y jurídico era imposible edificar un Estado constitucional con base en la bicha. Eso es lo que nos está recordando Hugo Chávez, nuestro saltatrás autocrático.
Tal vocación de permanencia no es una gratuidad histórica. Tampoco es consecuencia de una declaración formal, de una vivencia aparencial de principios. Por el contrario, es fruto de una aceptación honda y sincera de los principios de la democracia constitucional por parte de todos los componentes sociales, pero especialmente de aquellos en quienes recae la responsabilidad directa de crear las condiciones existenciales de la vida republicana. Son principios que nada tienen que ver con la ideología (socialismo del siglo XXI, marxismo) ni con la voluntad autocrática de poder (el Chávez esencial). O dicho de otro modo: son principios que sólo pueden subsistir si la ideología se ahoga en la verdad y si la voluntad autocrática de poder se ahoga en la razón.
Sólo si esos principios permean la conciencia colectiva y prevalecen arraigados en ella los pueblos cobran existencia republicana y tienden a la permanencia del orden constitucional, como expresión del orden de la razón. Por eso la pelea consiste en enfrentar a Chávez evitando que instrumentalice la Constitución de 1999 para borrar los surcos profundos de cultura democrática que fueron impresos en la sociedad venezolana bajo la vigencia de la Constitución de 1961. No podemos permitir que se nos coloque en un estado permanente de transición. Los venezolanos no queremos ni podemos vivir bajo la sombra de lo que Chávez entiende por Constitución de transición, que en realidad es destrucción.
Juan Miguel Matheus
jmmfuma@gmail.com