martes, 26 de enero de 2010

¿Ineficiente o totalitario?

Al ver las consignas y los pesares de la gente, surge la pregunta: ¿Este gobierno es ineficiente o totalitario? Es Ineficiente por los problemas de electricidad, agua, inseguridad e inflación que, entre otros, sufrimos a diario. Y es totalitario porque su objetivo es un nuevo "republicano" hecho a la medida del marxismo hacia el cual quiere llevar a los venezolanos a través del miedo y la mentira, asumiendo cada faceta de nuestras vidas como la educación, el trabajo, etc., con su ideología inspirada en resentimiento y odio. Definitivamente este gobierno es ineficiente y totalitario a la vez.

Entonces pregunto: ¿Por qué insistimos en enfocar la lucha solo hacia el lado de la ineficiencia del gobierno? Está muy claro que hay que transmitir mensajes que respondan las inquietudes de la Venezuela no política como el agua, la luz, la inseguridad, la inflación, etc. Pero debemos recordar que la libertad de expresión, los presos políticos, las expropiaciones, la criminalización de la protesta, en fin, la dominación de cada hombre a través de la mentira y el miedo son problemas tan importantes o más que los anteriores.

Puede ser verdad que esos problemas no suben cerro. Pero son problemas de suprema gravedad. Por tanto sólo le pido a la Venezuela política que los agreguen a sus discursos (después de hablar de las ineficiencias claro). El que se dedica a la política debe guiar a la gente, no ser guiados por ella. Vamos a responder a los clamores de la gente por la ineficiencia del gobierno porque eso es necesario. Pero también aprovechemos para abrirle los ojos sobre la calaña del gobierno que los atemoriza y engaña para dominarlos a su antojo.

La solución parece ser no dejar pasar ningún arrebato a la libertad de expresión, a la propiedad privada, en fin, a la libertad, para hacer lo que hacen los estudiantes: cobrársela. Así se lo pensará mejor. Con protestas se paró la encarceladera, la ley sapo, no cerraron TVS, etc. Además, la protesta fue clave para ganar la reforma constitucional en 2007, demostrando así que también es útil para lo electoral. Y este camino electoral también hay que jugarlo con todas las fuerzas, aprovechando para llegarle a cada venezolano, para liberarlo de la mentira y el miedo. Sin duda el 26S es una oportunidad de oro para frenar las injusticias del gobierno. Pero por favor: que eso no implique renunciar a la protesta.

Sigamos el ejemplo de los estudiantes. No desmayemos. Con la verdad por delante acabaremos con esta pesadilla sin fin y lograremos tener un país libre.


Paul Elguezabal
paulelguezabalm@yahoo.com @PaulElguezabal (twitter)

Constitución de transición

La semana pasada Hugo Chávez embistió contra la Constitución de 1999. Esta vez lo hizo directamente. No mediaron sus apéndices. La toga de Luisa Estela Morales, el verbo sofista de Carlos Escarrá y el terrorismo penal de Luisa Ortega Díaz brillaron por su ausencia. Los “juristas del régimen” no recibieron orden de ultrajar el texto constitucional. Fue el Comandante mismo quien dijo que “la Constitución de 1999 es una Constitución de transición”.

Lo que hace diez años se vendió como la panacea de todos nuestros males, como la piedra angular de la transformación del Estado y de la refundación de la República, hoy es desechado. La Constitución de 1999 peligra. Puede engrosar la lista de Constituciones postizas de nuestra historia republicana, esto es, la lista de aquellas Normas Fundamentales (26 en total) que precedieron a la Constitución de 1961 y que, como señaló el ex presidente Caldera, vieron la luz con el único propósito de simular la legitimidad jurídica de alguna autocracia militarista.

Ninguna de las postizas gozó de lo que hoy se considera un atributo esencial, sine qua non, en los textos constitucionales: la vocación de permanencia. Y la de 1999 tampoco posee esa vocación. Nunca la tuvo. En realidad, también es postiza. Aquello nació mal. Desde los puntos de vista moral, político y jurídico era imposible edificar un Estado constitucional con base en la bicha. Eso es lo que nos está recordando Hugo Chávez, nuestro saltatrás autocrático.

Tal vocación de permanencia no es una gratuidad histórica. Tampoco es consecuencia de una declaración formal, de una vivencia aparencial de principios. Por el contrario, es fruto de una aceptación honda y sincera de los principios de la democracia constitucional por parte de todos los componentes sociales, pero especialmente de aquellos en quienes recae la responsabilidad directa de crear las condiciones existenciales de la vida republicana. Son principios que nada tienen que ver con la ideología (socialismo del siglo XXI, marxismo) ni con la voluntad autocrática de poder (el Chávez esencial). O dicho de otro modo: son principios que sólo pueden subsistir si la ideología se ahoga en la verdad y si la voluntad autocrática de poder se ahoga en la razón.

Sólo si esos principios permean la conciencia colectiva y prevalecen arraigados en ella los pueblos cobran existencia republicana y tienden a la permanencia del orden constitucional, como expresión del orden de la razón. Por eso la pelea consiste en enfrentar a Chávez evitando que instrumentalice la Constitución de 1999 para borrar los surcos profundos de cultura democrática que fueron impresos en la sociedad venezolana bajo la vigencia de la Constitución de 1961. No podemos permitir que se nos coloque en un estado permanente de transición. Los venezolanos no queremos ni podemos vivir bajo la sombra de lo que Chávez entiende por Constitución de transición, que en realidad es destrucción.

Juan Miguel Matheus
jmmfuma@gmail.com