miércoles, 5 de octubre de 2011

Cicerón y sus amigos


Juan Miguel Matheus

La lectura de la obra cuyo título encabeza este artículo, escrita en 1865 por el célebre clasicista francés Gastón Boissier, sugiere algunas ideas sobre la disposición al diálogo y al entendimiento que deben poseer los políticos criollos a quienes corresponda reconstruir el orden republicano en Venezuela. Con un estudio epistolar que roza los umbrales de la psicología, el autor da a conocer cómo fueron las relaciones de Cicerón con otros políticos de su tiempo: Ático, Celio, Bruto, Octavio y, por supuesto, el controversial Julio César. En esas relaciones Cicerón aporta un trío de rasgos, en torno a los cuales merece la pena reflexionar.

En primer lugar, el respeto de lo que podría denominarse amigo cívico. Cicerón no sostuvo amistad personal con cada uno de los sujetos mencionados. Por el contrario, en muchos casos los enfrentó abiertamente: se les alejó en lo personal. Sin embargo, se unía a ellos a través de un vínculo mucho más excelso, mucho más noble que la amistad particular: la República, fuente de la amistad cívica que se sobrepone necesariamente a toda diferencia de opiniones o de posiciones. Por eso, para Cicerón ningún republicano debía ser considerado un enemigo. Sólo existían adversarios y, en las circunstancias más extremas, cuando se conjuraba vilmente en contra de la República, enemigos de Roma (v.g. Catilina), lo cual tenía un significado diametralmente distinto al de una relación de enemistad entre personas.

El segundo de los rasgos referidos era la comprensión –aunque no se los compartiera– de los legítimos intereses políticos de los amigos civiles adversos, de los no partidarios. Una suerte de reconocimiento del derecho político de otros a existir y a aspirar a conducir los destinos de la República. Pero para Cicerón todo lo anterior traía aparejado un deber moral complementario: el de señalar al otro, por todos los medios al alcance y cuando fuera oportuno, que cualquier interés legítimo en política, por excelente que fuera, debía ceder en obsequio del bien superior de Roma. O, para decirlo con otras palabras, que toda aspiración política recta era sacrificable a la salud de la República, a la salus populi romani.

Finalmente, un aspecto enteramente aplicable a la futura transición democrática de nuestro país: el apreciar lo valioso de todos los amigos cívicos –partidarios o adversos– y el darles cabida en la construcción de una paz duradera. Cicerón presenció y, en cierto sentido, fue un actor relevante en dos de las más sangrientas convulsiones internas de la República romana: la segunda guerra civil, que arrojó a Julio César como vencedor sobre Pompeyo; y la cuarta guerra civil, en la cual Octavio Augusto se hizo con el poder derrotando a Marco Antonio. Aunque en ambas conflagraciones Cicerón tomó partido (Pompeyo y Octavio, respectivamente), pasó la página de la historia. Recurrió al olvido y fue factor de engranaje entre vencedores y vencidos. Apostó a la reconciliación, que siempre le lució como un camino seguro para la justicia.

Esperemos, entonces, a los cicerones criollos. Existen y aparecerán. No lo dudemos.

jmatheus@forma.org.ve
Twitter: @JuanMMatheus

viernes, 11 de marzo de 2011

Intervencionismo criollo. Paúl Elguezabal

Estos carnavales disfruté discutiendo por twitter con un psuvista funcionario de rango medio-alto de Cumaná, un revolucionario de conciencia, crítico del gobernador y alcalde, quien denunciaba que “En el Mercado Municipal de Cumaná hay leche en polvo: a 35 Bsf el Kg” y clamaba por el Indepabis. Intenté explicarle que atacar estos vendedores (semi)informales solo hará desaparecer el producto y nos obligará a todos a hacer las colas de mercal. No sé si fue un error escribirle pero disfruto debatir y, con sus altibajos, este estuvo interesante.

Les trascribo algunas de las conclusiones de la misma para pensar en la construcción de la Venezuela post-socialista. No será fácil con los socialistas de hoy y tanto intervencionismo cultivado del pasado democrático. El cual se evidencia cuando se critica a este gobierno por “controlar mal” la economía y no por controlar, a secas.

Él decía que la leche escaseaba por culpa de los “especu-acaparadores”, que deberían ir presos. Siguiendo esa lógica ¿Por qué, si existen esos seres malvados, la leche no escasea en otros países? Simplemente, porque los ciudadanos de otros países pueden invertir con confianza de que no les impondrán controles de precio, ni expropiarán, que tendrán un Estado de Derecho que les garantice igualdad ante la ley y protección ante robos y fraudes, que no tienen que esperar 18 meses para registrar y arrancar legalmente una empresa, que no tienen que sobornar a ningún funcionario que le de permiso para producir y así su plan de negocio esté acorde a la planificación del Estado (especie de ser supremo que “sabe” qué y cuánto producir). Estas, entre otras garantías, facilitan la decisión de invertir.

Esa inversión estará alerta de cualquier oportunidad de renta, buscará donde exista la mayor rentabilidad (especulará), y entrará a competir. Esa competencia termina bajando (controlando) los precios, porque el consumidor comprará el producto que mejor satisface sus preferencias, ya sea el del mejor precio, calidad o característica específica. De esta manera, sólo la competencia, por ser el que le venda a los consumidores para así obtener la mayor ganancia, controla la inflación y satisface la diversidad de preferencias de los consumidores.

Claro está, con un gobierno que no garantiza estas mínimas condiciones, la competencia está limitada. Por tanto, los pocos bienes producidos no alcanzan, ni tienen la variedad que el consumidor demanda y tienen altos precios. ¿Cómo el dueño del abasto va a vender un producto a pérdida? No puede. Y a él no le interesa que lo venda el buhonero. Pero como él es formal no puede incumplir la ley (injusta) porque si no es sancionado por el Estado. Donde la máxima es “si los controles no funcionan, entonces hacen falta más controles”. Afortunadamente, ya la gente no se cree el cuento de que la culpa es de los “especu-acaparadores”.

Sólo espero que los venezolanos aprendamos las lecciones de lo que no se debe hacer, y que todo lo que nos huela a intervencionismo sea criticado con dureza, hoy y también en la Venezuela post-socialista.

paulelguezabalm@yahoo.com
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lunes, 15 de marzo de 2010

Carro viejo o diputado nuevo // Juan Miguel Matheus

Haciendo alarde de su chispa criolla, Andrés Eloy Blanco solía decir que “pocas cosas hacen tanto ruido como un carro viejo o un diputado nuevo”. Tal afirmación ayuda a orientar la lucha que libra la oposición para rescatar la AN. A la pregunta sobre cuál debe ser el programa de la Mesa de la UNIDAD para las elecciones de 2010 y para la actividad parlamentaria en la renovada AN, responderíamos que éste ha de ser, sin dudas, el mayor ruido posible al decir la verdad sobre el chavismo. Decir la verdad al legislar y decir la verdad al controlar la acción del Gobierno. Se trata de lograr que, desde la AN, el bullicio de la verdad acalle la algarabía de las mentiras que sostienen a este régimen. De lo contrario se le haría un enorme favor a Chávez y nos alejaríamos de la liberación de Venezuela. Los curules en la próxima Legislatura sólo tendrán valor para la lucha democrática si se les convierte en medios para desenmascarar al régimen.

La experiencia de los países que han sufrido y derrotado regímenes totalitarios demuestra que los puntos de quiebre comenzaron cuando quienes luchaban por la libertad se zafaron de los discursos mentirosos de esos regímenes, cuando los líderes se empeñaron en desmontar la realidad paralela impuesta por los discursos oficiales. En ese sentido, nada corroe tanto las bases (in)morales del régimen de Hugo Chávez como la denuncia perseverante de las mentiras sobre las cuales se edifica su existencia. Sólo entonces puede saltar a la vista que, como diría Vaclav Havel a la comunidad cubana de Florida en el año 2002, “el rey está desnudo y el misterioso resplandor de la palabra libre y del comportamiento libre son mucho más fuertes que el más poderoso ejército, que la policía, que las estructuras de las organizaciones del partido o del máximo poder de la economía gestionada centralmente y centralmente destruida, y de los medios de comunicación centralmente avasallados, los principales cultivadores del lenguaje mentiroso de la utopía oficial”.

Así, la AN podría ser escenario propicio para destruir esa realidad paralela que aliena nuestra identidad de pueblo y extravía nuestra marcha histórica. El objetivo real sería demoler la simbología en torno a la cual se articula y cobra vida la revolución bolivariana. Una de las funciones primordiales de los Parlamentos es servir de caja de resonancia a través de la cual los parlamentarios y los partidos orientan y conforman todos los niveles de la opinión pública. La Mesa de la UNIDAD –y con ella todo aspirante a diputado– tiene el deber de asumir que el ejercicio de la representación de la sociedad venezolana demanda conformar la opinión pública en torno a la verdad sobre la naturaleza totalitaria del régimen. No hay programa más necesario ni más eficaz desde el punto de vista político y moral. No hay arma más poderosa. Eso es, además, lo que ansían sedientamente los venezolanos. Esperemos el bullicio.


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Lula castrista // Juan Miguel Matheus

La semana pasada el Presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula, comparó a los disidentes cubanos que hacen huelga de hambre con delincuentes comunes de Sao Paulo. Lo hizo con tono de cómplice, como intentando espetar legitimidad al régimen castrista. “Imaginen –dijo– que todos los bandidos presos en Sao Paulo entrasen en huelga de hambre y exigiesen libertad. Tenemos que respetar la determinación de la justicia y del Gobierno cubanos. La huelga de hambre no puede ser un pretexto de los derechos humanos para liberar personas”.

Tales declaraciones, seguramente aplaudidas por Chávez, reflejan desprecio por quienes luchan contra la humillación de vivir en la injusticia cubana. La huelga de hambre de Guillermo Fariñas, o la que causó la muerte de Orlando Zapata, no es un chantaje para doblegar la determinación de justicia de un Gobierno legítimo. Lula tendría que reservarse esa visión para narcotraficantes, guerrilleros y terroristas. No es justo aplicarla a disidentes cubanos. Un preso político cubano dista mucho de ser un delincuente común. No es alguien que conspira contra la paz social. Es una persona privada de libertad por actuar de acuerdo a su conciencia, lo cual representa el peor crimen en un totalitarismo.

Todo lo anterior permite reflexionar sobre el estado de la conciencia frente al poder ilegítimo. Una persona que escucha el llamado de la conciencia y se aferra a él ya transita la senda de la libertad. Hace patente con cada acción y con su vida un principio que incomoda a los autócratas: la primacía de la verdad sobre el poder. Sólo cuando prima la verdad moral se puede exigir obediencia desde el poder. De lo contrario no se obliga en conciencia. Pero acaso lo más importante en una persona que se aferra a la conciencia es que se abre a la trascendencia. Preserva intangible "el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios" (Gaudium et spes, N° 16). Aquí está el meollo del asunto. Es Dios, y sólo Dios, el fin de la existencia humana. No hay gobernante ni ideología que puedan erigirse en la vocación última de la persona. Por eso, como Sócrates, es “preciso obedecer al dios antes que a los hombres”, aunque ello suponga males terrenos.

La tarea de liberar a Venezuela comienza por rescatar las conciencias de los venezolanos. Especialmente la de los chavistas. Se trata de mostrar que Chávez no es la finalidad de nuestra existencia. Tampoco el socialismo del siglo XXI ni ninguna otra superstición ideológica. Ello es, en sí mismo, un programa político que debe informar todo aquello con cuanto la oposición enfrente a Chávez. Es lo único que coloca la lucha en clave moral. No hay razones estratégicas ni tácticas que puedan justificar la huida del intento de liberar conciencias, de hablarle a la gente de los temas de fondo. En las actuales circunstancias una elección es una ocasión de liberar conciencias. Ése es, y no otro, el mayor valor del 26-S.

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sábado, 13 de marzo de 2010

Revocatorio post-26S

Paúl Elguezabal
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Esteban reclama a gritos un Referéndum Revocatorio (RR). Intenta distraer la campaña a la Asamblea Nacional (AN), la cual está muy reñida para su gusto. La oposición, por su parte, toma esto como un peine que no debe pisar. Bien. Se piensa que no se debe convocar el RR porque no es el momento oportuno debido a la campaña a la AN y porque parece imposible cumplir el requisito de alcanzar, al menos, los mismos votos de Esteban en 2006 (7.3 millones). Pero ganar el RR, aunque no lleguemos a los 7,3 millones, seria una victoria política que facilitaría exigir y lograr la renuncia de Esteban. Me explico.
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Debemos salir de Esteban lo antes posible. Cada día suyo en el poder le hace un daño incalculable a Venezuela. Está acabando con la libertad, la paz, la justicia y el progreso. Destruye al país -instituciones y personas- y eso es suficiente razón para exigir su salida inmediata, antes del 2012. No se justifica someter el país más tiempo a esto si hay salidas democráticas antes del 2012. Es democrático, justo y necesario salir pacíficamente de un Gobierno no democrático.
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Es importante recalcar que su salida es justa porque es antidemocrático, no porque esté en minoría. Sin embargo, que sea minoría es necesario para que esta salida sea pacifica y sostenible.
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Ganarle el RR sería el mandarriazo necesario para derrumbarle las bases de su totalitarismo. Sin el apoyo popular, comprobado en el RR, queda sin argumentos políticos. No podrá sostener que él es la voluntad del pueblo y que, por tanto, puede someter a todo el país como quiera. Sin el argumento de su popularidad, de sus votos, le será casi imposible continuar en el Gobierno. ¿Cómo dirá que él representa al pueblo si es repudiado en las urnas?
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Esteban debe salir repudiado. Por eso es necesario derrotarlo en la AN y en el RR. Con el repudio del pueblo no podrá ser estigmatizado como mártir y el país no será condenado a vivir bajo la sombra de su “autoridad moral”.
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Exigirle la renuncia no es saludo a la bandera. Una vez repudiado el 26S y en el RR solo hace falta una leve brisa para que pase esta triste página de la historia venezolana.
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Finalmente, al acabar con la fuente de las opresiones, discordias, injusticias, derroches y demás males que Esteban representa, podremos decir: Colorín colorado, este pueblo se ha liberado.
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Twitter: @PaulElguezabal

Incertidumbre en la economía

Antonio Yánez


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No deja de sorprender como, en menos de un mes, se han producido tantas medidas oficiales que alteran radicalmente el curso de los negocios en Venezuela. Se ha vuelto normal y cotidiano el anuncio de una expropiación, un programa de reducción de consumo eléctrico con amenaza de corte indefinido al comercio o una devaluación con efectos retroactivos, que afectó toda importación que no había sido liquidada por Cadivi al 8 de enero, así tuviera más de un año de antigüedad, y que se trató de corregir posteriormente por la vía de un convenio cambiario, que tuvo a su vez una improvisada enmienda. Estas medidas tienen un factor común al que quiero referirme: acentúan la incertidumbre en la economía.
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La incertidumbre dificulta el ejercicio pleno de la capacidad creativa y emprendedora que, irónicamente, nos ha destacado a los venezolanos en el mundo. Por una parte, miles de emprendedores abandonan sus proyectos al ver lo difícil que es planificar algo en un contexto tan inestable y, en consecuencia, optan por desarrollar sus ideas en otros países; y por la otra, se vuelve imposible ejecutar muchos proyectos grandes, lo cual afecta seriamente la inversión de largo plazo. En cambio, prolifera una actitud meramente extractiva y de altos retornos entre la gente de negocios (no se invierte sino que se busca únicamente alto y rápido rendimiento), y se refuerzan las ya duras barreras de entrada a nuevos inversionistas, principalmente a los pequeños, en beneficio de las empresas poderosas ya establecidas, que son las únicas que pueden costear con relativa facilidad el esfuerzo gerencial y los recursos jurídicos que se necesitan para afrontar la incertidumbre.
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La incertidumbre es también un disparador esencial de la inflación. En una economía donde nadie sabe cuánto costará el dólar el día de mañana, ni cómo, cuánto o a quién se le otorgarán las divisas oficiales; donde pocos entienden las subastas cambiarias del Banco Central, que lejos de estabilizar el mercado, han sido una muestra de inconsistencia extrema en criterios de asignación y frecuencia; donde cualquier bien puede escasear repentinamente y cualquier activo ser expropiado; es natural que suban todos los precios a una velocidad innecesariamente alta y en detrimento de los consumidores.
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En un entorno con estas características no puede desarrollarse un sector productivo sano y, mucho menos, que contribuya eficientemente al bienestar general. A este paso, las distorsiones serán cada vez más frecuentes, sus efectos más perversos, y será aún más evidente el fracaso económico. Ojala, de este lamentable deterioro, al menos resulte un aprendizaje económico colectivo: que el populismo y los "costos políticos" dejen de ser un motivador tan importante en la conducción del país, y adquiramos como sociedad una cultura económica que nos permita entender y apoyar programas económicos que verdaderamente conduzcan al desarrollo.
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twitter: @antonioyanezs

lunes, 8 de marzo de 2010

Devastar propiedad, devastar libertad // Juan Miguel Matheus

Hugo Chávez ha minado todos los pilares de nuestro orden social. Entre ellos, por supuesto, la propiedad privada. Lleva once años en ese plan. Sin embargo, la violencia del discurso anti-propiedad de los últimos meses no tiene parangón. Tampoco el número de expropiaciones. Ambas cosas reflejan el propósito de avanzar hacia una suerte de solución final en este tema. Chávez sabe que eso equivale a cultivar la semilla de la lucha de clases, que ansía hacer crecer. Pero sobre todo, sabe que atentar contra la propiedad conlleva a la expansión de su poder totalitario.


La propiedad es un elemento esencial para el normal desenvolvimiento de la vida social. Es un fenómeno radicalmente humano. Procede del esfuerzo personal por hacer rendir las propias capacidades. En este sentido, la propiedad es fruto del trabajo. Allí estriba su dignidad. Con ella se alcanza la satisfacción de las necesidades materiales más elementales, lo cual crea un espacio de autonomía indispensable para el desarrollo integral de las personas concretas y de las familias. Por eso la Doctrina Social de la Iglesia, la teoría política y la teoría económica son contestes en concebir la propiedad como una ampliación de la libertad.


Cuando Chávez arremete contra la propiedad irrumpe en ese espacio de autonomía. Penetra dimensiones de la vida humana que, por su naturaleza, están reservadas a las personas y a las familias. Son ámbitos que sólo pueden florecer al margen de la arrogancia del poder. Esto trae consigo efectos muy perniciosos. A través del afán anti-propiedad Chávez se coloca en posición de frustrar la creatividad humana. Apaga la vitalidad de las familias y neutraliza la subjetividad de la sociedad. Aniquilando la libertad económica se aniquila la libertad política y, a la postre, la libertad misma. Devastando la propiedad se devasta la libertad. Eso fue lo que hicieron los totalitarismos del siglo XX, es lo que subyace a su pomposa autoproclamación marxista y es lo que prueba irrefutablemente que el socialismo del siglo XXI no es una empresa de liberación sino un proyecto de dominación: a Chávez le importa el poder, no los pobres.


A pesar de todo, la sociedad resiste. Venezuela sigue siendo el cuero seco que tanto inquietó a Guzmán Blanco. Es verdad que Chávez avanza con impunidad en sus intentos de devastar la propiedad. Pero también es verdad que lograremos detenerlo. Mientras más avanza más se hace patente la injusticia intrínseca de su régimen. Genera ánimos de lucha. Engendra deseos de justicia. Eso es una constante histórica. Como señaló Juan Pablo II en su Encíclica Centesimus Annus, la caída de los comunismos de la Europa oriental estuvo precedida por violaciones a los derechos de los trabajadores, de los que más sufren el peso de las carencias materiales, y por colapsos económicos cuya raíz fue, precisamente, el irrespeto de la propiedad privada. Amor, sin justicia, no es amor.


jmmfuma@gmail.com
Twitter: @JuanMMatheus